Abelardo Castillo fue un escritor nacido en Argentina el 27 de marzo de 1935. A sus 22 años escribió su primera obra de teatro titulada: El otro Judas (estrenada 4 años más tarde) y tiempo después se incursiona en el mundo de la revista literaria fundando El escarabajo de oro[1]. Desde el comienzo y en el transcurso de su trayectoria como escritor, Castillo, tocará diferentes tópicos: violencia; crueldad; castigo; tensión, etc. Mientras que otros de sus relatos van a estar irrumpidos por el delirio y lo fantástico, haciendo homenaje a Edgar Allan Poe.
Es así como en 1966 publica Cuentos crueles, que consta de 8 relatos y un posfacio. Como bien demuestra el título, la crueldad va a ser lo primordial y estará desplegada y ligada a diferentes temas: la traición, la mirada del otro, la vergüenza y la injusticia, entre otros. En el posfacio hablará sobre el método de composición de su libro usando la siguiente cita de Poe:
“Al escribir estos cuentos uno por uno, a largos intervalos, mantuve siempre presente la unidad de un libro, es decir que cada uno fue compuesto con referencia a su efecto como parte de un todo”,
de allí justificará el tema que prepondera y une los relatos en el libro: la violencia.
Otro de los puntos de gran importancia será el contexto histórico del cual, el autor se ha influenciado para escribir: los años ´60. Con respecto a ello, en 1981 escribirá en el posfacio:
“Cuentos crueles fue escrito entre 1962 y 1966, vale decir, en la sonora década del ´60, años que no fueron el tiempo dorado e irresponsable que algunos imaginan, sino el preludio de otros años atroces y violentos que siguieron y en los que aún vivimos”;
testimoniando- de alguna forma- los enfrentamientos políticos, los abusos y las injusticias (sobre todo en el interior de las provincias argentinas, que en ese entonces se las creía “atrasadas”).
Es así como todos esos temas se ponen en evidencia- de forma tajante y precisa- en los cuentos: Los muertos de Piedra Negra, Hombre fuerte y (considerado el más cruel) Patrón. Convirtiéndose esta última en un film homónimo de Jorge Rocca[2].
En consecuencia, leer a Castillo, es leer pausadamente y con atención, para no perdernos el detalle de su escritura, el sin fin de gestos y acciones desplegadas en cada cuento. A su vez, el contexto socio-histórico que nos proporciona- del cual dará cuenta- hará que cada cuento sea verosímil y que la tensión se vuelva más intensa.
[1] Revista significativa de la década de 1960 y de la siguiente. Era la continuación de El Grillo de Papel, también dirigida por Castillo, que fue censurada. La revista fue planteada no solo como porteña, sino también como latinoamericana, y se definía de izquierda.
[2] Director, productor y guionista argentino.
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